martes, 24 de agosto de 2010

Supersticiosas Casualidades



Odio las "casualidades".
Estaba yo tan feliz esta mañana dedicándome un momento de relax mientras contaminaba mis pulmones con nicotina, cuando de repente la ví.
Allí estaba parada de pie rodeada de un grupo de gente, cambiada con los años, con bastantes kilos más de cómo yo la recordaba (soy mujer,nos fijamos en eso por cruel que suene).
Hace más de tres años que no sabía nada de su vida, ni me interesaba lo más mínimo. Ella es de esa clase de personas en las que casi nunca pienso, quizá mi mente prefiere deleitarse con otros pensamientos inútiles en los que ella no esté. La hacía viviendo en otro lugar, y eso me tranquilizaba. Porque no soy de esas personas a las que le gusta tener al enemigo cerca.
Y hoy de repente se cruza en mi camino,no sé si por casualidad,por causalidad o que la alineación planetaria está jodida esta semana. A saber.
El caso es que nunca es agradable volver a ver a alguien que nos hizo mucho daño, a propósito y de manera reiterada.
Ella es mi recuerdo de lo malo, de lo malo de tiempos pasados, de momentos que en su día creí felices, momentos de amistad dónde bajé la guardia y me la acabaron jugando. Ella es el recuerdo de la vida que no quiero volver a tener.
La última vez que la vi sólo me viene a la mente la imagen de su mirada llena de odio, es irónico cómo cambia la gente cuando dejas de bailarles el agua para centrarte en otras cosas. Dos días depués de esa mirada pude haber perdido la vida en un accidente, aunque intente no asociarlo mi parte supersticiosa me repite que su odio hacia mí surtió efecto. Ahora prefiero pensar que aquel mal trago fue la transición a un nuevo comienzo.
A veces soñé con ella, pálida, esquelética y ojerosa, entre las ruinas de una especie de circo. Su mirada perdida, triste, yo la contemplaba desde una ventana y algo me decía que era hora de perdonar. Y la perdoné, pero también la hice a un lado porque no quiero que esté en mi vida nunca más. Aún con perdón,hay daños que nunca se subsanan. Nunca le deseé ningún mal, pero tampoco el bien, simplemente me daba igual.
Hasta hoy.Está a pocos días de trabajar conmigo bajo el mismo techo, aunque puede que ni siquiera nos crucemos, la sola idea de saber que está ahí me hace sentir incómoda. Es verdad que el mundo es un pañuelo. No quiero desearle que no consiga el trabajo en mi misma empresa, pero tampoco quiero saber que está ahí. A nadie le gusta estar cerca de alguien a quien considera nocivo.
Mi instinto me advierte que si eso ocurre es tiempo de protegerse y mantenerse en guardia por lo que pueda pasar.
Esta vez no estoy dispuesta a dejarme pisotear. Ya no.

pd. esto es un post de desahogo, una forma de liberar esas malas energías y esas supersticiones en las que se supone que uno no cree,pero como decimos en León: ¡por si acaso!
Cruzaremos los dedos mientras tanto.

Feliz veranito o lo que queda de él...